miércoles, 10 de octubre de 2012

¡Declárate limpio!

Mateo 8:3
3 Jesús extendió la mano y le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante su lepra desapareció.

La mayoría de nosotros estamos familiarizados con la sanidad del leproso en Mateo 8. Es un hermoso relato de la voluntad de Dios para tocar y sanar a los enfermos, no importa lo impuro que ellos pueadan estar. Cuando dudamos de la voluntad de Dios para sanarnos, debemos escuchar las palabras de Jesús otra vez: " Quiero, sé limpio." ¡Él es el mismo ayer, hoy y siempre!”

Dado que la Biblia es clara acerca de la voluntad de Dios para sanar, ¿por qué todavía tenemos problemas con nuestra salud? ¿Por qué aún experimentamos síntomas en nuestros cuerpos?

Creo que la respuesta se encuentra en lo que Jesús dijo al leproso que haga a continuación. Él le dijo que fuera a mostrarse al sacerdote. (Mateo 8:4) Esta era la ley pues para los leprosos que eran sanados. (Levítico 14:2-3) Y fue a escuchar al sacerdote pronunciar (declarar) la palabra "limpio" sobre él. (Levítico 14:7)

Ya ves, como creyentes, cuando recibimos a Jesús, Su sangre nos purifica del pecado y la enfermedad. (Isaías 53:4-5) Pero seguimos oyendo a la gente pronunciar (declarar) pecado,enfermedad, pobreza y muerte . Seguimos oyendo a la gente dicir que somos impuros, indignos, pobres, débiles, y que es natural que envejezcamos, enfermemos y muramos.

¡Dios está esperando por un sacerdocio que se levante y pronuncie (declare)  a Su pueblo limpio!

"Pero Pastor Prince, ¿dónde puedo encontrar tales sacerdotes?"

¿Quiénes son los sacerdotes hoy en día? Tú y yo! De hecho, tenemos más autoridad para pronunciar (declarar) cosas buenas que los sacerdotes levitas del Antiguo Testamento. Ellos fueron sólo sacerdotes. Pero nosotros somos reyes y sacerdotes por la sangre de Jesús! (Apocalipsis 1:5-6) Pues la palabra del rey es con potestad. (Eclesiastés 8:4) Y por la palabra de un sacerdote, cada controversia y cada ofensa serán resueltos. (Deuteronomio 21:5)

Amado, Dios te ha limpiado, así que pronúnciate (declárate)   limpio! Ahora, pon tu mano sobre tu corazón y pronuncia (declara)  cosas buenas sobre ti mismo. Diga: "Yo me declaro limpio, justo, sano, íntegro y próspero por la sangre de Jesús!" Por tu palabra como un rey-sacerdote, cada ataque contra ti será resuelto!


Extraído de Joseph Prince: "Daily Grace Inspirations"

lunes, 8 de octubre de 2012

Cree que Dios es tu Galardonador


Hebreos 11:6
 La Nueva Biblia de los Hispanos (© 2005 Lockman)
Y sin fe es imposible agradar a Dios. Porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que El existe, y que recompensa a los que Lo buscan.

La mayoría de las personas citan sólo la primera parte de Hebreos 11:6 - "Pero sin fe es imposible agradar a Dios". Sin embargo, continúa diciendo, " Porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que El existe, y que recompensa a los que Lo buscan”. En otras palabras, la fe que agrada a Dios es la clase de fe que cree que Dios existe y que es galardonador.

La Biblia también dice que "la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve". (Hebreos 11:1) Así que incluso en los momentos de dificultad, cuando no vemos  suceder cosas buenas en nuestras circunstancias, creemos que Dios cambiará las cosas al rededor y nos recompensará.

Dios cambió las cosas para Rut, la moabita, viuda, cuando ella creyó al Señor y le hizo su Dios. (Rut 1:16) La Biblia nos dice que se le dio una "recompensa completa" por el Señor cuando vino debajo de sus alas en busca de refugio. (Rut 2:12) No solamente le dio protección, también le dio provisión abundante, superando en favor y en una gloriosa redención. (Rut 2:9-17, 3:11, 4:10-13)

Cuando Rahab, la ramera de Jericó, escuchó los informes de cómo el Señor había abierto el mar Rojo a los hijos de Israel, creía que "Él es Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra". (Josué 2:9-11) Aunque Rahab no había presenciado personalmente los milagros, ella creyó a Dios y escondió a los espías judíos de sus perseguidores. (Josué 2:4-6) A causa de su fe, no sólo no pereció con los que no creyeron (Josué 6:25, Hebreos 11:31 *Reina Valera 2010, 1909), sino que se le dio también un lugar en el " salón de fe "en Hebreos 11.

Dios estaba tan complacido con la fe de estas dos mujeres gentiles que no sólo las bendijo en el curso de su vida, sino que también los puso en la genealogía de su Hijo Jesucristo, el gran Redentor y galardonador.

Amado, cuando vengas al Señor con tus necesidades, crea que Él es Dios, y que es galardonador. Dios se complace en esta clase de fe. ¡Él quiere ser el galardonador de tu fe en Él!

Extraído de Joseph Prince: "Daily Grace Inspirations"

miércoles, 3 de octubre de 2012

No te contentes con ser salvo solamente


Génesis 12:7
7 Y apareció Jehová a Abram, y le dijo: A tu descendencia daré esta tierra. Y edificó allí un altar a Jehová, quien le había aparecido.

Yo no sé ustedes, pero yo no estoy satisfecho con sólo saber que soy justo por la fe. También quiero conocer a Aquél que me hizo justo. ¡Quiero tener una íntima relación con mi Salvador!

Abraham era tal hombre. Él era justo por la fe, pero también tenía un íntimo caminar con Dios y fue bendecido por Dios en todas las cosas. (Génesis 24:1), su sobrino Lot, por otra parte, aunque justo también (2 Pedro 2:7-8), no tenía un corazón para Dios. Él terminó perdiendo mucho cuando Sodoma, la ciudad en la que habitó, fue destruida junto con Gomorra. ¡Fue salvado con las justas!

Mi amigo, ¿quieres ser un cristiano como Lot, justo, pero encontrándose siempre a sí mismo en problemas, o quieres ser un cristiano justo y bendecido como Abraham? Entonces, al igual que Abraham, ten un corazón para Dios.

De un lugar a otro, Abraham construía un altar al Señor. ¡Y en medio de altares, creció mucho en riqueza! (Génesis 13:2) Sin embargo, no hay registro bíblico de Lot construyendo alguna vez un altar al Señor.

¿Qué es un "altar" en el contexto actual? Es un lugar donde sabes que tienes una relación íntima con Dios. Por ejemplo, cuando mi difunto padre estaba en el hospital, yo estaba preocupado y no sabía qué hacer. Recuerdo cuando iba conduciendo y llorando por la calle. Después de un rato, eché mis preocupaciones al Señor. Cuando llegué al hospital, puse mis manos sobre mi padre y dije: "Sé sano en el nombre de Jesús." ¡Y él fue sanado!

Hasta hoy, puedo recordar el lugar donde  eché mis preocupaciones al Señor y me apoyé en Su amor por mí. Ese es mi "altar". Y no es el único.

Tenemos que tener este tipo de relación con Dios, lleno de "altares" que nos recuerdan Su amor, bondad y fidelidad. Vamos, no vivamos la vida cristiana como Lot, salvado con las justas. ¡Vamos, caminemos  íntimamente con Dios como lo hizo Abraham, y seamos ricamente bendecidos en cada área de nuestras vidas!

Extraído de Joseph Prince: "Daily Grace Inspirations"

Crucifixión de nuestro Señor Jesús

La crucifixión de nuestro Señor Jesucristo.